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La paz comienza en el hogar

Aunque ninguno de sus hijos pinte para delincuente, es necesario tener presente que la violencia poco a poco entra en los hogares. Por ejemplo, ¿sabía usted que el 43.2% de niños o jovencitos en nuestro país han sufrido algún tipo de violencia física, emocional, económica o sexual en su mismo hogar? ya sea por parte de los mismos padres, novios, esposos, pareja, expareja y lo que es peor, la mayoría de ellos cree que esto es normal.
Al escuchar noticias tan lamentables como estas y pensar en todo lo que acontece en el mundo, no puede uno dejar de preguntarse quién puede ser capaz de semejantes actos, en qué corazón humano cabe tanta frialdad, quién puede ser capaz de cometer tanta violencia. Desafortunadamente este es una realidad que es vivida en todas partes del mundo, que afecta a todos de muchas maneras.
Es verdad que la violencia siempre ha existido, pero lo más peligroso ahora es que se empieza a tolerar, a aceptar como inevitable: sin ir muy lejos sería inusual encontrar una película donde las balas, el sexo deliberado y la cruda violencia no hiciesen su aparición o algún semanario o periódico, donde sea una noticia policiaca la que cubre la primera plana.
Lo difícil y complicado del tema, es que la paz no se da instantáneamente, ni por mandato, no se obtiene sin esfuerzo ni se compra o pide prestada: la paz tiene que nacer del corazón de cada hombre. Y si no hay paz en el corazón ¿cómo puede haber paz en un pueblo, en una nación o en el mundo?

Vivir en paz
Es por ello, que mantener la paz es una obligación primaria para todos, pero en especial de los padres, pues es el hogar el lugar donde se aprende a vivir y construir la paz; es allí donde los padres tienen la enorme responsabilidad de enseñar a los hijos y la manera de comportarse, de tratar a los demás y de resolver los problemas.
Es increíble cómo en una pequeña sociedad como la familia, donde existe cariño entre sus miembros, puede perderse la paz. No cabe duda de que la paz es algo muy frágil por lo que hay que luchar y trabajar pacientemente todos los días para conquistarla.
Pero antes de lograr esto, se tiene primeramente que tener claro cómo se vive la paz. Contrario a lo que muchos creen, la paz no es la ausencia de la guerra, ni es solamente al respeto a los otros. Qué fácil sería y a la vez que peligroso si los padres sólo tuvieran que respetar a los hijos para poder tener un hogar lleno de paz: “si mi hijo quiere tener su cuarto todo tirado, hay que respetarlo”. No, no es así de fácil.

La paz se vive:
Al tener un verdadero sentido
de justicia.

Cuando no nada más se reconocen los propios derechos, sino también los de los demás. Si se reconoce en los hijos su dignidad como personas, muchas veces al verlos tan pequeños, algunos padres se aprovechan de ellos y cometen verdaderos abusos de autoridad.

Al enseñar a los hijos a distinguir entre el bien y el mal, a formar en ellos una conciencia recta, se trabaja al mismo tiempo por la paz. Cuando los hijos son pequeños, los padres son como una conciencia externa, como Pepe Grillo en el cuento Pinocho, de ahí la importancia de sus actos y juicios.
Exaltar el valor de la vida humana, su dignidad y sus derechos, tanto en la vida de ellos mismos como la de los que los rodean tiene un inmenso valor, desgraciadamente con tanta violencia en los medios de comunicación, en el medio ambiente, los niños no aprenden este valor. Hay que trabajar constantemente en ello.

Pasos para lograr la paz en la virtud.

Voluntad.
Muchas veces, aunque los niños conozcan el bien y el mal, les falta fuerza de voluntad, no han aprendido el hábito del esfuerzo, son niños buenos pero tal vez estos niños no han aprendido a dominarse ni a pensar en los demás, ni a sacrificarse, sienten que el mundo gira alrededor de ellos muchos de estos niños se convierten en pequeños tiranos.

Exigencia.
A los hijos hay que exigirles, claro que, dentro de sus posibilidades, enseñarles enfrentar los problemas y esforzarse para resolverlos, que sepan sentirse orgullosos de haber sido capaces de realizar las cosas por sí mismos.
Valentía.
Que tengan héroes que inspiren su vida para que ellos mismos sean héroes de estas grandes ideas, porque actualmente a los niños se les presenta la violencia como forma de heroísmo, necesitan de los padres para que les enseñen lo que es noble y grande.

Respeto.
Cuidar que los niños no adquieran la costumbre de tomar las cosas de otro, por muy insignificante que sea el robo, y si estropean algo ajeno, hay que reponerlo, enseñarles que las cosas ajenas siempre se respetan.

Generosidad.
Es algo que de por sí es difícil en los niños, es en esta edad cuando tienden a ser más egoístas, por ello es importante que vean un buen ejemplo: cómo sus padres ayudan al necesitado o al que tiene algún problema. A los niños se les puede acostumbrar desde pequeños a renunciar a algo suyo y compartirlo con algún otro niño.

Cortesía.
La cortesía es hija del respeto al prójimo y hermana de la caridad. El que es cortés sabe que no es él el centro del mundo. Es una persona que piensa en los demás y en sus sentimientos. El dominio de sí mismo es un ejemplo que va de la mano con la cortesía. Un niño que hace un coraje porque algo le ha salido mal o porque el hermano le rompió un juguete y no se le enseña autocontrol, de grande le será muy difícil, si no es que imposible tener control de sus actos y mucho menos respeto por los demás.

Orden.
Es un elemento esencial para que haya armonía y equilibrio en un hogar. Cuando hay orden en una casa hay normas y límites, esto proporciona seguridad a los hijos y les enseña a tener disciplina.

Caridad.
No puede dejarse de mencionar este valor esencial para que haya paz, pues es un elemento que determinará la calidad de la persona y su capacidad para relacionarse con los demás. Buscar el bien personal y el de los demás es justamente lo que trae como consecuencia la paz.
La paz es el resultado de muchas actitudes, todas estas fundamentadas precisamente en la caridad, no entendida como limosna, sino como amor. Cuando la caridad domina, la humanidad se engrandece. Cuando el egoísmo reina, la humanidad se rebaja.
Qué responsabilidad tienen los papás de enseñar esta virtud en los hijos, en sus manos está el que haya sociedades justas y pacíficas, sobre todo en estos tiempos tan complicados que está viviendo el mundo.

¡¡Que la paz reine en sus hogares en estas próximas fiestas decembrinas!!

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