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El papel de los abuelos en la familia

La convivencia de un niño con sus abuelos es una de las relaciones más enriquecedoras de la infancia. Permitir que los niños y sus abuelos desarrollen un trato relativamente independiente de los padres, forja las bases para un fuerte vínculo. Es importante para los niños aprender a lidiar con personalidades distintas y otros modos de pensar, inclusive distintos alimentos, reglas y límites. El apoyo emocional que presta el abuelo al nieto es una parte más dentro de la red de seguridad que sostiene al niño, especialmente en los tiempos difíciles. Un niño que siente confianza y goza de buena comunicación con alguno de sus abuelos, puede buscar su consejo durante las crisis, quizá porque siente que se puede comunicar más libremente con ellos que con sus padres, pues se elimina la posibilidad de ser castigados o juzgados. Los abuelos constituyen un lugar seguro: ellos escuchan y consuelan. En ocasiones los abuelos pueden reaccionar con mayor serenidad que los padres, quizá porque para ellos, las acciones de los nietos no constituyen un reflejo de las suyas propias. El abuelo no estará preguntándose: “¿qué hice mal?”, cuando lo que el niño necesita es simplemente que lo escuchen y aconsejen. La experiencia del abuelo y su distancia a los acontecimientos, pueden ser el refugio ideal para un adolescente atormentado.

PADRES Y ABUELOS ¿UN IDIOMA DISTINTO?

Si la relación con sus padres o suegros -los abuelos de sus hijos- es menos que armónica, vale la pena superar las diferencias para que los niños se beneficien del contacto con sus abuelos.

Al tener nuestro primer hijo, súbitamente compartimos con nuestros padres un vasto terreno común: la paternidad. Mucha gente experimenta un nuevo respeto y admiración por sus padres al comenzar a vislumbrar el esfuerzo y dedicación que implica el cuidado de los hijos. Pero cuando está en juego el bienestar de una pequeña persona, con la que todos se sienten tan vinculados, fácilmente surgen las fricciones. Los padres perciben que los abuelos invaden su territorio, específica mente con comentarios acerca de la crianza de los hijos.

Aunque padres e hijos quieren lo mismo, es decir, la seguridad y felicidad de sus descendientes, pueden tener formas contradictorias de lograrlas. Los criterios de conducta de los niños han cambiado desde el tiempo en que nosotros eramos niños. Los padres hoy en día están más conscientes de las necesidades emocionales de sus hijos, pero ello también los hace ser más indulgentes y permisivos de lo que fueron sus propios padres con ellos. La respuesta airada del nieto puede ser considerada por el abuelo como una flagrante falta de respeto, mientras que para el padre moderno es una comprensible demostración de ira y frustración por parte de su retoño. El intento de los padres de hoy por basar la disciplina en el entendimiento de las consecuencias negativas de los actos, puede degenerar en límites demasiado laxos y relativos para la óptica de los abuelos. Según éstos, los padres modernos podrían aprender el arte de decir “no”: simple y definitivamente “no” sin miedo a traumar al hijo.

Para el nuevo padre la paternidad es otra etapa en el proceso de convertirse en una persona independiente, y en ser considerado un adulto a los ojos de sus propios padres. Los comentarios de los abuelos pueden tomarse como críticas, especialmente cuando los nuevos padres todavía buscan su aprobación.

COMO MEDIAR CON LOS ABUELOS

Para los abuelos puede ser muy frustrante que su experiencia y autoridad sea desdeñada por los comentarios de un experto o de un libro. Es necesario recordar que los abuelos sienten un fuerte vínculo espiritual y emocional con el niño, y que su intención frecuentemente no está dirigida a criticar o inmiscuirse, sino a ayudar.

Una de las cosas más difíciles de ser abuelo es aceptar que ya no se está al mando, que el control es de los hijos. Aunque intelectualmente lo entiendan, es difícil hacer la transición. Los abuelos, en el fondo, desean dejar algo de sí mismos a su descendencia. Una estrategia para lidiar con consejos no requeridos es desviar la conversación de los temas “intocables” y pedir consejos de los abuelos en otras áreas. Así, los abuelos estarán contribuyendo y usted fijará los límites de las temas en que no requiere o desea ayuda. En última instancia, el padre es la autoridad sobre el hijo, y no necesariamente porque sea un experto, sino porque la responsabilidad es suya. Otra táctica es explicarle al bien intencionado abuelo, de la manera más diplomática posible, que, aunque usted se equivoca de vez en cuando, necesita aprender a ser madre o padre por sí mismo, de la misma manera en que ellos lo hicieron a su tiempo.

FORTALEZCA LA RELACION DE HIJOS Y ABUELOS

Algunos padres se preocupan excesivamente de que los abuelos consientan demasiado a los nietos, “echándolos a perder”. Usted tiene todo el derecho de explicarle a los abuelos las reglas que espera que sus hijos sigan. Sin embargo, es necesario contemplar si vale la pena entrar en discusión con el abuelo por una galleta de más, o romper la armonía familiar por cuestiones que no afectarán a largo plazo la conducta de los niños. Tenga la seguridad de que sus hijos tienen la capacidad de darse cuenta de las distintas normas que se siguen en otras casas, y exponerlos a distintas situaciones les ayuda a ser más adaptables. Ayude a sus hijos a entender y apreciar el maravilloso regalo que constituyen sus abuelos.

Permita y promueva que abuelos y nietos se disfruten mutuamente. Sus hijos conocerán el amor y aprecio único de los abuelos. Sus padres volverán a sentirse importantes y rejuvenecidos con la ternura de los niños.

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